Para esta entrega final optamos por retratar nuestro personaje a través de su disconformidad en relación a su lugar de trabajo. Teniendo en cuenta correcciones previas en las que sólo documentábamos acciones (si bien acordes con el espacio) carentes de profundidad narrativa; esta vez jugamos con su rutina diaria hasta un punto en el que el ritmo repetitivo de su accionar, por momentos errante, su expresión nula y el insistente llamado telefónico, crean una atmósfera junto con el sistema de color y los valores de plano elegidos, en el que pareciera que constantemente se lo equipara y hasta iguala con las máquinas que lo rodean. Culminando en un plano frontal en el que sutilmente se puede distinguir un hartazgo que lo vuelve a humanizar.
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